Veja, abaixo, em espanhol, relato de Durval Augusto de Souza Júnior, servidor aposentado do TRE, escritor e aluno do curso de espanhol disponibilizado pelo SITRAEMG, em parceria com a Casa Latina, aos seus filiados. Ele, juntamente com outros alunos, entre os quais a coordenadora geral do Sindicato Lúcia Maria Bernardes de Freitas, participou do curso de imersão promovido pela Casa Latina, no Peru, em setembro último. O curso teve duração de oito dias, iniciando-se na cidade de Arequipa e encerrando-se em Machu Picchu, região montanhosa localizada próximo à cidade de Cuzco.
A seguir, o relato de Durval:
Relatos del viaje a Perú
Dos motivos me llevaron a intentar hacer este relato resumido de todo lo que yo y mis compañeros vivimos en este inolvidable viaje a Perú, el último mes de septiembre. En primer lugar, el gran número de actividades y locales visitados y la intensidad de vivencias experimentadas por todo el grupo; y en segundo lugar, el límite impuesto por mi propia condición de iniciante en el estudio del idioma español.
Inicio con decir que jamás olvidaré este viaje. Jamás olvidaré al pueblo peruano simple, simpático, culto y hospitalario; el amor que tienen por su tierra y la conciencia que demuestran tener de su propia historia; sus restaurantes, su culinaria, su arquitectura, sus museos y sus impactantes paisajes. Al ver las fotos y los vídeos, dos días apenas después de nuestro regreso a Brasil, yo tuve una voluntad loca de volver a vivir todo nuevamente.
La ciudad de Arequipa, con su imponente volcán Misti, por si mismo, ya habría valido el viaje. En esa “blanca ciudad”, de sólidas construcciones en piedra blanca volcánica y comida deliciosa, de aire seco que no sofoca, de sobriedad que no asfixia nuestra alegría, no hubo para nosotros espacio para el tedio. Y aun los horarios irregulares y la agua fría de los baños, pienso ahora que tuvieron papel importante en el cuadro general de nuestras vivencias. Esos factores, en un primer momento, indeseables, no podrían ser excluidos – es lo que pienso hoy –, una vez que han compuesto el condimento necesario para la porción correcta de emociones que han hecho nuestro viaje inolvidable.
Y nosotros hemos tenido nuestros paseos. Hemos conocido Yanahuara, Carmen Alto, Valle del Colca, la dulce y sencilla Chivay, tantos otros lugares, tantos paisajes, tantas fotos, tantos semblantes felices entre los compañeros.
Y los museos, entre ellos el “Santuario Andino”, que abriga el cuerpo congelado de Juanita. ¿Y cómo no se sensibilizar visitando el Monasterio de Santa Catalina?
También apreciamos la tocante belleza de Cusco, impresionante núcleo histórico y cultural, en que la tradición no niega espacio a la modernidad. Desde sus construcciones hasta su artesanía, pasando por la música, danza y manifestaciones religiosas, el diversificado comercio y la típica gastronomía, todo allá componía un ambiente mágico que nos incitaba al deseo de explorar todo cuanto fuera posible. Hubo momentos en que mi corazón deseó quedarse allí, como si hubiera reencontrado su lugar, tonterías de él que yo no podría tomar a serio.
En cuanto a Machu Picchu, la ciudad sagrada de los Incas, esa merecería un capítulo aparte. Pienso que salí de allí más viejo y más nuevo al mismo tiempo.
Resalto la capacidad y la paciencia de nuestros guías y profesores, siempre solícitos y comprometidos con su misión. La dedicación y el empeño de la valiente profesora Ana Barreda, y la presencia suave y afectuosa de la profesora Flor, y, por supuesto, el indispensable apoyo de aquella persona que ha empezado todo esto: la profesora Diony.
Por último yo quiero registrar la excelente convivencia con los compañeros de viaje, la preocupación por el bienestar de los otros, la colaboración, la solidaridad y el espíritu de equipo. Aun cuando yo estuve solo, me sentí calurosamente acompañado y apoyado. Con ese grupo, se podría viajar hasta el fin del mundo.
Vamos a pensar en el próximo viaje…
Durval Augusto de Souza Júnior
Outubro de 2013
